viernes, 2 de julio de 2010

TANTOS odios para curar, tanto AMOR DESCARTABLE
¿Cómo se llama eso que sentimos, y no se va ni con el tiempo?, ¿Es amor?, ¿Es una manía?, ¿Es ceguera?, ¿Qué es? ¿es obseción?.
Mirame, date vuelta y mírame, date vuelta y volve por favor. Y acá estamos otra vez Clara, logrando que alguien te mire. Cuando queres que alguien te mire no importa ninguna otra mirada, vos queres esa mirada y ninguna más.
Pedimos a gritos desesperadamente que abran sus ojos y nos miren, que nos vean, que vean nuestro dolor y nos comprendan.
Hacemos enormes esfuerzos para no necesitar de nadie, para no necesitar de una mirada para existir. Pero somos esclavos de esa mirada, la necesitamos, como al aire. Hacemos cualquier cosa por atraer esa mirada, intentamos ponernos en el campo visual del otro, quisiéramos tener un reflector que nos ilumine, quisiéramos brillar para ser mirados.
Lo curioso es que los ojos que más nos obsesionan son los que no nos pueden mirar. Pero la mejor mirada no es la que se nos niega, sino esa mirada que no vemos, la que ignoramos distraídamente.
Esa mirada inesperada, fuera de todo calculo, esa mirada que nos ve cuando no nos sentimos mirados y por lo tanto nos mostramos mejor. Una mirada capaz de atravesar la máscara y ver lo que hay detrás.
Es imposible que nos mire a una mirada vacía, vaciada. Pero lo queramos o no somos esclavos de esa mirada porque todos somos luces apagadas que solo se encienden cuando alguien nos mira.
Aveces vas por la vida creyendo que estás despierto, y de pronto pasa algo inesperado, algo que te sacude, algo que te despierta. ¿Hay algo capaz de despertarnos del sueño más profundo, que es dormir despiertos?. Es paradógico, pero creo que no hay mejor despertador... que un sueño.
Cuando sos chico, tenés algo muy claro, tu juguete preferido, es tuyo. Si ves que alguien lo quiere, sin dudarlo decís, es mío. Defendes con uñas y dientes lo tuyo, tu juguete, tu lugar, tu novia, pero siempre aparece alguien que viene a disputartelo. Puede ser una persona o incluso el recuerdo de otra persona, donde había dos ahora hay tres, y ya estás en una competencia.
La competencia tiene mala prensa, creemos que ser competitivo es un defecto, nunca una virtud, ¿Pero no es cuándo no tenemos competencia cuando dejamos de crecer?.
El problema de la competencia -creo yo- es la falsa creencia de que para que alguien gane, otro tiene que perder, para que alguien exista, otro tiene que desaparecer.
Olvidarte que nada es tuyo y que todo lo podés perder, te puede dormir... se necesita un buen sueño para despertarse.
Se necesita un buen competidor para mantenerse despiertos, y crecer. Y no hace falta que otro pierda, la verdadera competencia es cuando todos de alguna manera ganan algo, no hay garantía de que el sueño vaya a cumplirse, eso te hace esforzarte para ser mejor, para que elegirse sea de cada día. De lo que sí hay garantía... es que si aspiras a ser mejor, no hay manera de que no lo seas.